Ayer, 28 de abril de 2025, a eso de las 12:33 horas , la península ibérica se quedó a oscuras.
No fue una tormenta, ni un ciberataque, ni nada que pudiéramos prever mirando el cielo o el móvil (que, por cierto, tampoco funcionaba). Simplemente, de un segundo a otro, el 60% de la energía eléctrica desapareció y nos vimos de golpe en un mundo sin pantallas, sin wifi, sin semáforos… y sin excusas para no mirar a quien teníamos al lado.
¿Qué pasó realmente?
Según cuentan los expertos, fue una “oscilación brutal” en la red eléctrica, algo tan raro que ni los de Red Eléctrica se ponen de acuerdo en explicarlo. En cinco segundos, 15 gigavatios se esfumaron y la península se desconectó de Europa.
El resultado: trenes parados, ascensores bloqueados, tiendas a oscuras, el metro de Madrid y Barcelona fuera de servicio, y millones de personas preguntándose si esto era el principio del fin o solo un lunes diferente.
Una tarde de desconexión forzada
En casa, el primer impulso fue buscar el móvil… pero sin cobertura ni internet, poco podíamos hacer. Salimos al balcón y, por primera vez en mucho tiempo, vi a los vecinos asomados, charlando, compartiendo la incertidumbre. Los niños jugaban en la calle (¡sin tablets!), y hasta el perro parecía disfrutar de la confusión general. En las tiendas, la gente pagaba en efectivo (¡ese gran olvidado!), y en los bares, las conversaciones subieron de volumen porque, claro, no había música de fondo.
Reflexión: ¿y si esto fuera más habitual?
Lo más curioso fue la sensación de vulnerabilidad. Nos creemos muy modernos, pero basta un apagón para que todo se tambalee. Sin electricidad, la tecnología se convierte en un adorno caro. Nos damos cuenta de lo dependientes que somos: para trabajar, para movernos, para comunicarnos… hasta para saber la hora. Ayer, la radio de pilas volvió a ser la reina de la casa y el silencio, ese que tanto evitamos, se coló por cada rincón.
Quizá este apagón nos sirva para valorar lo que tenemos y, sobre todo, para recordar que la tecnología es maravillosa, pero no es invencible. Y que, de vez en cuando, no viene mal una tarde de desconexión forzada para volver a conectar con lo esencial: las personas, las conversaciones y el simple hecho de estar presentes.
¿Tú cómo viviste el apagón? ¿Qué fue lo más raro o divertido que te pasó? ¡Cuéntamelo en los comentarios!
#Apagón2025 #DesconexiónForzada #VulnerabilidadDigital #ReflexionesNatMeraki #SinTecnología #VidaOffline #LoEsencial